Uno
Una mano fría y delgada, me sacude para
despertarme y me acaricia el rostro con gentileza. Es una chica. Su cabello,
negro y ondulado, está recogido en una coleta y lleva el clásico uniforme de
enfermera; bata blanca, cofia y zapatos negros. Me da una cálida sonrisa, y yo
parpadeo ensimismada. No entiendo lo que sucede, se suponía que yo debía estar
muerta, y sigo con vida.
Me han salvado, pero… ¿Por qué? Al parecer alguien
no deseaba mi muerte.
—¿Cómo te encuentras? —me pregunta la chica,
colocando una mano sobre mi frente.
—Bien —le respondo mientras su mano me palpa la
frente.
Involuntariamente, sujeto su brazo y la miro a
los ojos. Ella arquea una ceja y un estornudo interrumpe nuestro contacto.
—¿Ya ha despertado? —dice una voz masculina
detrás de ella.
La chica se vuelve y responde, con voz tranquila:
El comandante asiente con la cabeza y se dirige
hacia mí. Es más alto que yo, y viste el tradicional atuendo de militar. No
puedo negar que es muy atractivo, pero no lo suficiente para mí. Mi corazón le
sigue perteneciendo a otro.
Sus labios rosáceos se curvan en una ligera
sonrisa y sus ojos azules se fijan en los míos.
—Señorita, Jennifer Wood. ¿No es así? —Me pregunta con dulzura, y
yo asiento en su dirección—. ¿Entiendes la situación en la que estamos?
Sacudo la cabeza y me pongo a reflexionar. La
verdad, no sé que a se refiere.
—He impedido tu muerte por una razón.
Los rayos del sol se filtran por el tragaluz de
la habitación, y mis ojos viajan hacia fuera. Es de día, y un día muy soleado
por lo que veo. La habitación es pequeña, más parecida a un dormitorio, que a
un cuarto de hospital. Junto a la cama se encuentra una mesita de noche, dos
sillones al frente y un armario al fondo.
Entrelazo mis dedos sobre mi rezago y espero lo
que el comandante esta por decirme.
—Usted no ha cometido traición, Frank Carson era un infiltrado en flanco
B. Ocultamos su identidad para protegerlo —me dice con voz apenada.
—¿Qué es lo que quiere decirme? —Mi voz tiembla y hablo
atropelladamente. Siento cómo mi corazón se agita a tan solo oír su nombre.
Aún lo echo de menos.
—El Oficial Carson era un espía de nuestra división —susurra entre
dientes.
Niego con la cabeza y cierro los ojos con fuerza.
La habitación comienza a desdibujarse ante mis ojos. Soy incapaz de articular
palabra.
“No es
real, no puedo serlo” me dijo a mí misma.
Me pongo de pie precipitadamente, y la chica, que
oía la conversación en un rincón de la habitación, se acerca y me sujeta de los
brazos. Yo la empujo hacia un lado, y ella cae de sentón sobre la cama.
El comandante se queda atónito ante mi reacción.
Me detiene por los hombros, y recibe un codazo en el estómago de mi parte.
Frank no era un traidor y yo tampoco.
Mataron a un inocente…
Trato de reprimir las ganas de llorar, pero no
puedo. Entonces, doblo las piernas y caigo contra el suelo. Me doy un golpe en
la sien, y al instante, todo mi mundo vuelve a apagarse.
No. de Registro: 1307205456182
Fecha de registro: 20-jul-2013 22:39 UTC
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Autor: Astrid E. Méndez